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martes, 24 de abril de 2012

La aguada


La vida te da sorpresas.
Mi trabajo me llevó a aquel campo, había que reparar una aguada, se encontraba lejos de la casa, al lado de un molino. Era un trabajo ingrato, sacar barro con una carretilla, eso llevaba varios días. Luego apisonar estando la tierra seca y dura, para terminar con una capa impermeable de ladrillos y cemento.
Me encontraba sólo, mis hijos solamente me ayudaban el fin de semana, ya que era época escolar. Cierta vez, sería media mañana y a pesar de esas soledades, las necesidades fisiológicas se manifiestan. Evalué la circunstancia, y noté que si venia alguien desde la casa podía verlo a unos mil quinientos metros antes de doblar hacia donde me encontraba.
Lo más probable era que fuera la esposa del encargado en su viejo Rastrojero, lo que me daba tiempo suficiente para “apurarme”.
Desde donde me ubiqué tenia vista de los cuatro puntos cardinales. Hacia el norte, el terreno del vecino que se prolongaba a varios miles de metros. Hacia el sur la vista me llevaba a una distancia apreciable, al oeste corrales con cuernos largos, los que habían llegado hace unos días y por lo tanto no eran nada mansos. El cebú al igual que todo ganado bovino es muy curioso, y se la pasan desde la tranquera mirándome.
Con la seguridad de que nadie podía sorprenderme me dispuse a darle libertad a mis intestinos. Aproveche unos arbustos que me ocultaban al estar agachado de la vista del camino.
¡Cuanto placer!, en aquella soledad, nadie podía interrumpirme, y así me encontraba cuando escuche el sonido del motor. Desde el camino no venia nadie, desde la casa tampoco, los animales se encontraban tranquilos lo que era evidente que nadie venia de ese lado. El sonido del motor estaba cada vez mas cerca y mi vista no descubría nada.
Levanté la cabeza y entonces lo vi. Volando a baja altura, un helicóptero con dos personas a bordo, creo que uno de ellos señalaba en mi dirección, pasaron muy despacio y hasta me saludaron.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. Arturo, elimine sin proponérmelo tu comentario, pero te cuento que este no es un cuento, es autobiografía.

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