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miércoles, 25 de septiembre de 2013

El portero

Allí como siempre solícito y amable, con su eterna sonrisa.
La portería es su lugar de trabajo, día a día lo encontramos, horas limpiando o quizás acomodando correspondencia, pero siempre está.
Como todos sale para la escuela, responde a su saludo, pero molesta baja la vista, apura el paso y se pierde en la multitud. El sacude la cabeza mientras continua con su tarea.
Es sólo una niña se dijo, pero cada vez que ella pasa, no puede retener sus pensamientos. Sabe que son muchos sus años de soledad, su esposa lo abandonó por un tipo varios años más joven, nunca lo superó pero no quiere demostrar su pena. Para todos es Rodrigo el portero, varias residentes del edificio lo miran con buenos ojos, el  lo sabe, pero no se da por aludido.
Ella es diferente, la piel muy blanca y tersa, líneas suaves moldean su figura, el cabello cual cascada sobre sus hombros que ondula como el trigo en verano, brillando al sol, ojos claros que evitan encontrarse con los suyos, la sensualidad juvenil le altera las neuronas y en sus noches de soledad no puede menos que dejar volar sus sueños, donde el erotismo juega rol principal.

No sabe como ocurrió, pero con el rostro entre sus manos se lamenta sabiendo que lo condenarán, ella sólo era una niña.

martes, 10 de septiembre de 2013

El teléfono sonó...

Le dije: No me llames, está mi mujer.
Pero no me entendió, o no quiso hacerlo.
El teléfono sonó mientras pasaba la aspiradora. No lo escuché, ella si.
—Hola gatito… (Dijo, entre suspiros) te extraño, mi camita está fría, ¿no venís?
—Soy  la gata mayor, ¿tu quien eres?   Vamos, habla…—La voz de mi esposa sonó contundente.
Hubiera dicho: Perdón me equivoqué, pero no, cortó. La bruja se me vino encima, echaba espuma por la boca, los ojos inyectados en sangre, y yo…
Me asuste lo juro, moje mis pantalones, nunca la había visto así. Salte del sillón y descalzo gané la calle, te juro que corrí como nunca antes en mi vida, no me detuve a mirar atrás, sentía como me insultaba.
Ahora no se que hacer, a casa no vuelvo, estoy en pijama y descalzo, sin dinero ni donde ir, por eso te llamo.
¿Ella? No me atiende, no se si está asustada o que, iría hasta su departamento pero no tengo como. ¿Queee? ¿Como que no puedes hacer nada? Habló con tu mujer, que hija de…. Me tienes que ayudar, eres mi amigo, ¿Cómo que tu mujer está a tu lado controlándote?
¿Qué? ¿Se enteró de lo de tu amiga? ¿Como que se lo dijiste? ¿Estás loco?
No puedo seguir hablando, el dueño del bar llamó a la policía, no tengo documentos.
¿Que? ¡Estoy en pijama tarado! Me llevan…

El teléfono volvió a sonar.
—Hola Esteban, si estoy solita, el estúpido huyó en pijama, ahora está preso, ja ja.

Si te espero, como siempre, estaremos muy cómodos, hoy seguro que no vuelve.